lunes, 14 de octubre de 2013

" A MUCHO RUIDO, OÍDOS SORDOS"

"A MUCHO RUIDO, OÍDOS SORDOS"


Se denomina intensidad sonora a la cantidad de energía por unidad de tiempo (Potencia) acústica transcurrida por unidad de área perpendicular a la dirección de propagación.
Cuando una onda sonora se transmite por un medio homogéneo lo hace en forma de onda esférica, por lo que el área del frente de onda es una superficie esférica.
Además, la intensidad sonora depende también de la naturaleza del medio presente entre la fuente y el oído. Cuanto menos elástico sea el medio, menor será su valor. Por ello se utilizan este tipo de materiales para insonorizar recintos.
¿Sabías que?


¿No te has fijado que cuando está nevando se "respira tranquilidad"? ¿Que todos los sonidos de tu alrededor se atenúan? Esto ocurre debido al aire que albergan los copos de nieve en el interior de las diferentes estructuras cristalinas. Ésto crea como una especie de manta vertical que amortigua los sonidos y nos aísla de los ruidos del exterior.




Como el oído humano es capaz de percibir un rango de sonidos muy amplio, desde el umbral de audición hasta el umbral del dolor.
El nivel de intensidad de una onda sonora se mide en decibelios (dB).
Cuando una persona habla en voz alta, su sonido tiene una intensidad 500 veces mayor que cuando susurra.

¡ESCUCHA Y DENUNCIA!
A veces la contaminación acústica es tan ofensiva y brutal, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayor parte de la población española y, por lo tanto, tiene oídos delicados, que no tienen perdón de Dios la inhibición de las autoridades ante esta ofensa al común de los ciudadanos.



Gremios como el de arquitecto y constructores de grandes aeropuertos son también cómplices de esta falta de consideración. ¿Dónde están los limites auditivos? ¿Está la denuncia de la contaminación acústica a la orden del día? A lo mejor el problema es que las consecuencias de algo que a simple vista no tiene importancia son a largo plazo, pero estamos hablando de algo serio que puede acabar en sordera.
¿Quién no se ha visto obligado a cambiar no solo de acera sino de calle y acurrucar a los bebes para protegerlos de la agresión auditiva por una perforadora que, en pleno transito, aterra con sus ruidos a los transeúntes?
¿Hasta qué grado puede llegar la incultura del público que no levanta la mano acusadora contra el delincuente que avasalla, amenaza y rompe el delicado sistema auditivo? ¿Hasta dónde puede llegar la confusión entre los delitos tradicionales, como el robo de su cartera a un solo individuo y los destrozos colectivos causados por la violación de las reglas que, supuestamente, deberían impedir la contaminación acústica?

Pero no olvidemos que lo importante es la intensidad del sonido y no su origen, puede llegar a hacer mas daño una canción que el despegar de un avión. Se necesita un poco mas de conciencia social para no llegar a ciertos extremos.

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